miércoles, 28 de noviembre de 2012

Delivery, invento y modernidad

Cada vez que recuerdo como era mi vida antes no lo puedo creer. Hoy ya no podría volver a vivir sin tantas de las comodidades que me ha proporcionado este nuevo siglo, o el anterior. Por empezar, la Internet. Hay un antes y después de la vida gracias a Internet. Pero yo recuerdo que hace quince años no era tan común encontrar gente con dirección de mail. Al menos no acá en Argentina. Ahora es difícil encontrar gente que no la tenga. Incluso personas mayores ya tienen sus direcciones de mail y mal que mal usan la computadora para comunicarse hasta con gente que por ahí está lejos y se puede hablar así por Skype. No sólo eso, es difícil encontrar a quien no tenga Facebook, se puede buscar gente con la que uno perdió el contacto, etc. O el twitter. O el diario. Pero lo más, la fuente de conocimiento. No existe, al menos en el secundario, hacer un trabajo práctico sin Internet. Casi todo está allí. Cuando yo era niño debíamos recurrir a las bibliotecas. Ahora las bibliotecas están en Internet. Los libros se leen en los dispositivos móviles, en los Ipads, Kindles, tablets en general. Los smartphones, pero antes que esto los teléfonos en sí. Cómo han avanzado, hace treinta años yo no tenía teléfono de línea en mi casa y conseguir una línea podía ser un trámite de un año. Ahora uno puede tener un dispositivo móvil con Internet, televisión y teléfonos. Se acabaron los desencuentros. Con el celular se redujeron las posibilidades de que eso pase. Y con los deliverys de comida pasa lo mismo. Antes había que caminar, ahora por teléfono se puede pedir y viene a casa. Y hay más deliverys en Belgrano, donde yo vivo que hace 30 años. Mucho más. Ya no imagino mi vida sin todo eso.